Wednesday, April 1, 2009

Visita pekinesa

El pasado jueves era fiesta en la Oficina Comercial de Singapur (San José), por lo que aprovechamos para hacer una escapada a China. Hacía tiempo que me interesaba este país, y tras haber visitado India, CHina era el otro candidato a super potencia del siglo XXI que me quedaba por visitar.

Para aprovechar al máximo el viaje decidimos viajar el miércoles por la noche a Pekín y volver el domingo por la noche a Singapur (llegando al aeropuerto de Changi a las 5 de la mañana). 4 días enteros en Pekín dan para mucho. El primer día aprovechamos para ver la plaza de Tian'anmen (impresionante), la Ciudad Prohibida (gigante), la xxxxx y la Pagoda Blanca. De vuelta a casa estábamos reventados, por lo que nos echamos una buena siesta y por la noche salimos a tomar algo. Al día siguiente fuimos a visitar el Palacio de Verano, residencia estival de los emperadores de China. De vuelta pudimos admirar el Estadio Olímpico (una maravilla), así como los edificios que se encuentran a su alrededor (Cubo de Agua, Centro de Prensa, Sala de Esgrima...). Cenamos por la zona de xxx, pero con el cansancio y lo que nos esperaba al día siguiente decidimos retirarnos a una hora decente.

El sábado fue el gran día en el que fuimos a la Gran Muralla. Y se llama Gran Muralla por algo: xxx kilómetros de muralla, que se extienden por todo el territorio chino, y que en otros tiempos sirvió como medida defensiva y como canal de comunicación entre los territorios chinos que se encontraban amenazados por los pueblos mongoles. Estuvimos en la zona de Simatai, y aunque tal vez no es la zona mejor conservada de la muralla, sí que es una zona con muy pocos turistas, y unas vistas impresionantes (eso sí, está a 110 kilómetros de Pekín). A la vuelta de la Gran Muralla fuimos de compras, que en Pekín es sinónimo de ir a la caza de la mejor falsificación. No soy yo muy de compras, pero cayeron un par de polos y unas zapatillas. Por la noche cenita en casa de un amigo y salir al Vics, una discoteca de lo más pijo en el Estadio de los Trabajadores. La incosistencia de la China COmunista del siglo XXI.

El domingo ya era nuestro último día, y nos aconsejaron visitar el Templo del Cielo (muy chulo). Ahí es donde los emperadores hacían los sacrificios a los dioses para las cosechas, ya que los chinos siempre han sido personas muy supersticiosas. Salimos del Templo (que está en un gran parque donde se reune la gente para cantar, bailar o jugar a la indiaka) y nos tomamos un pato a la pekinesa que me supo a poco. Luego otro paseo por el centro, y como los demás se querían ir de compras, y yo no estaba mucho por la labor, pues decidí volver andando a casa de Javi, que está a unos 9 kilómetros de Tian'anmen. Una prueba de fuego para las nuevas zapatillas que cumplieron de forma sobresaliente.

Una buena visita a una ciudad que esperaba que mi impresionase más.

1 comment:

Anonymous said...

gracies xevo, teniam moltes ganes de sapiguer els detalls del viatge. t'estimo,
du