Pero como en todo espectáculo moderno que se precie la danza no está sola, ya que hay música en directo y los bailarines cantan en el escenario. Me encantaron los movimientos de los duos de las chicas y la expresividad del bailarín cubano. Además usan objetos súper versátiles, como la mesa de iluminación con ruedas que se pasea por el escenario o el instrumento tortura con el que Murphila nos presenta los sueños peligrosos.
Después de la actuación hubo un coloquio con los bailarines, y para cenar nos los llevamos a Chinatown. Y como no podía ser menos, acabamos tomando unas copas en el Backstage de Chinatown (bar de ambiente con copas
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